El experimento consiste en un gato encerrado en una caja que no podemos ver, junto a un dispositivo que contiene un gas venenoso y una partícula radioactiva, que activaría un sistema que rompería el envase en el que se encuentra el veneno.
Teniendo en cuenta, que la mínima observación de la partícula influiría en el comportamiento del sistema. El resultado es que nos encontramos ante la posibilidad de dos realidades. En una el gato estaría muerto, al haberse activado el dispositivo. Mientras que la otra realidad, es la de un gato vivo.
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